Todos sabemos que debemos morirnos. Pero una cosa es saberlo y otra vivirla.
La muerte nos acompaña desde que nacemos , a menudo vivimos de espaldas a esta realidad hasta que nos toca de cerca, cuando se muere alguien que amamos o cuando recibimos un diagnóstico que nos hace mirar de cara. Y entonces aparecen muchas preguntas. ¿Cómo se vive sabiendo que nos queda poco tiempo de vida? ¿Cómo prepararnos para morir en paz?
El miedo a la muerte es un miedo universal . Es legítima, humana y muy habitual. Tememos el dolor físico, el sufrimiento emocional, la separación de los que amamos, o simplemente el abismo de lo que desconocemos. Ignorar ese miedo no lo hace desaparecer sino al contrario, mirar la muerte cara a cara puede ayudarnos a reconciliarnos con la vida.
Hablar de ellos, compartir cómo nos sentimos, expresar lo que necesitamos, escribir cómo quisiéramos ser recordados o cómo quisiéramos despedirnos forma parte de un proceso profundo ya la vez liberador. No es un proceso sencillo pero sí posible.
Cuando una enfermedad grave nos coloca más cerca de ese fin de vida, cada persona lo vive de forma única. Hay quien lo afronta con serenidad, hay quien lo vive con rabia, negación, tristeza o miedo. Lo que sí es fundamental en estos momentos es dar espacio a todos los sentimientos que surgen. Quizás hablar con alguien de confianza, un profesional, un amigo o un terapeuta puede ayudar mucho a esa persona que se enfrenta al final de su vida. Algunas cosas que pueden ayudar:
- Escribir cartas o mensajes para los seres queridos.
- Hablar abiertamente de cómo quisiéramos ser acompañados y despedidos.
- Pensar en pequeños rituales de despido.
- Revisar asuntos pendientes o realizar las paces con personas o situaciones.
- Dejar terminados temas prácticos, si lo deseamos, como documentos, voluntades, etc.
Ésta no es una lista ni obligatoria ni forma parte de ningún protocolo, pero sí son recomendaciones que pueden ayudar a algunas personas a tratar de morir en paz.
En Agradecimientos ofrecemos un servicio de acompañamiento al final de la vida , dirigido a personas con un final de vida evidente y que quieren sentirse acompañadas en este proceso tan profundo e íntimo.
Este servicio lo lidera la Remei Capitan , terapeuta especializada en duelo y acompañamiento al fin de vida. Su trabajo no es curar ni aliviar físicamente, sino sostener emocionalmente, escuchar sin prisa, ayudar a poner palabras, ordenar emociones y encontrar calma en medio de un gran sufrimiento.
Es un servicio individualizado, realizado con sensibilidad y respeto absoluto por los tiempos y las necesidades de cada persona.
Aceptar que nos vamos a morir no significa rendirse. Significa reconciliarse con la vida. Cuando nos acercamos al final y lo hacemos acompañados, con espacios seguros y con cariño, no sólo morimos mejor, también vivimos mejor el tiempo que nos queda.
